Últimamente no he escrito nada. Pero hay un tema que me ha estado rondando la cabeza en los últimos días. Pareciera que esta temporada se han estado haciendo marchas por la diversidad, respeto a los sexos y géneros y otras cosas similares en varias partes del país.
El tema que me está rondando en la cabeza no es la defensa de la diversidad, ni el machismo, ni el hembrismo, ni ninguno de esos temas. La idea que me ronda la cabeza es intentar unir el hecho de que cualquiera de nosotros tiene derecho a su opinión, con todo lo que está sucediendo.
Posiblemente sea por el hecho que siempre me gusta estar de abogado del diablo, pero creo que cualquier postura es respetable. Siempre y cuando la postura provenga de dos cosas:
a) Una decisión propia y no una respuesta armada o prefabricada culturalmente.
b) Que la decisión sea producto de una reflexión fundamentada.
Es decir, puedo respetar la postura siempre que pueda entenderla. Sí la persona parte de elementos como la tradición (sin entender la funcionalidad de la tradición), el fanatismo (a cualquier cosa) o simplemente el hecho de ser contestatario, no es posible ni siquiera intentar entenderlos. Cuando menos respetarlos.
El problema no es que una persona tenga una opinión (inserte aquí todos los temas de connotación negativa: Machista, misógina, homofóbica, clasista, racista, hembrista, radical... etc), sino que el hecho de no cumplir las dos cláusulas que mencione, hace que la opinión deje de ser un juicio y se convierta en un dogma. Un juicio puede ser revisado y comentado, un dogma es imposible de discutir, debatir o situación similar.
Un juicio no es más que una comparación de ideas, en las cuales se determina la relación entre las mismas. Un dogma es algo innegable a lo que se está discutiendo, por lo que es intocable, ya que todo argumento parte de ahí. La postura que no parte de una reflexión y decisión personal, nunca ha sido puesta en tela de duda, ni siquiera por el dueño de la opinión. Nunca ha sido enjuiciada, por lo que no se puede relacionar con nadie ni con nada. Puedo respetar una opinión contraria a la mía siempre y cuando la persona demuestre entender que es lo que está diciendo, y no se aferre a lo que le han dicho.
Lo difícil no es respetar a un pensador radical, lo difícil es cuando solamente es un radical. Sí el radical está en lo correcto, es irrelevante sí no sabe por qué. Así mismo, si el pensador radical está en lo incorrecto, pero sabe que esa postura parte de una decisión personal, es posible que sucedan dos cosas: Qué acepte que está equivocado (en el mejor de los casos) o que simplemente, llegue a la conclusión que la otra persona está en su derecho PERSONAL de tomar su decisión REFLEXIONADA respecto al tema en cuestión.
¿A que vino el ranting anterior? Bueno últimamente me han abordado hordas (por hordas me refiero a 5 personas diferentes) de feministas (por feministas me refiero a ambos géneros) y dos de los más radicales, lo hicieron en el día del padre.
La verdad, tanto el día del padre o el día de la madre a mí no me causan ningun sentimiento amoroso, de respeto o similar. Pero sí me cansa que un mes antes las personas se desvivan por celebrar el día de la madre, (que normalmente paga el padre) y que en el día del padre (que normalmente vuelve a pagar el padre, en lo que me ha tocado vivir) se desvivan por festejar A LA MADRE. Cuando uno quiere hacerles ver ese detalle nada más, uno es el machista, retrógrado y similares.
Aclaro que yo hago este tipo de polémicas por diversión la mayoría del tiempo, pero es sumamente complicado divertirse o incluso tomar en serio la opinión de alguien más, cuando su principal argumento es una consigna política o una aseveración fuera de contexto.
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